
Si piensas que el intestino solo sirve para digerir lo que comes… te vas a sorprender. Este “jefe silencioso” manda señales a tu sistema inmunológico, influye en tus hormonas y hasta tiene mucho que decir en cómo te sientes emocionalmente. Cuando no está en forma, no solo se nota en la barriga: puede afectar tu piel, tu energía y tu estado de ánimo.
¿Hinchazón constante? ¿Cansancio que no se quita con nada? ¿Granitos o problemas de piel sin explicación? Puede que el origen esté en tu intestino. La buena noticia es que con los cambios adecuados, se puede recuperar y tu calidad de vida mejora… ¡y mucho!
Vamos a ver cómo identificar si tu intestino está pidiendo ayuda, qué lo estropea y qué puedes hacer para ponerlo en su mejor versión.
🚨 Señales de que tu intestino está en apuros
Ojo: no siempre avisa con dolor de estómago. Hay señales más sutiles:
- Digestiones pesadas o problemáticas: hinchazón después de comer, gases que no te dejan tranquila, estreñimiento o diarrea frecuentes, sensación de “ladrillo en el estómago”.
- Cansancio sin motivo: si tu intestino no absorbe bien los nutrientes, tu cuerpo no produce la energía que necesita. Resultado: fatiga y dificultad para concentrarte.
- Piel rebelde: acné, eczema, rosácea… muchas veces son el reflejo de un intestino inflamado que deja pasar toxinas al torrente sanguíneo.
- Defensas bajas: más del 70% de tu sistema inmune vive en el intestino. Si está desequilibrado, eres más propensa a resfriarte, tener alergias o desarrollar inflamación crónica.
- Cambios de humor: el intestino produce neurotransmisores como la serotonina. Si está mal, puede haber más ansiedad, depresión o insomnio.
- Peso que no se mueve: ya sea que quieras perderlo o ganarlo, si tu metabolismo está ralentizado o tienes sobrecrecimiento de cándidas, todo se complica.
🥀 ¿Qué estropea el intestino?
No pasa por arte de magia. Estas son las causas más comunes:
- Comer mal y poca fibra: exceso de azúcares, harinas refinadas y ultraprocesados alimenta bacterias dañinas y deja sin comida a las buenas (que viven de la fibra y prebióticos).
- Medicamentos: antibióticos, antiinflamatorios o protectores gástricos pueden alterar gravemente tu microbiota.
- Estrés crónico y dormir mal: el cortisol alto debilita la barrera intestinal y altera tu flora.
- Vida sedentaria: moverte ayuda al tránsito intestinal y a tener una microbiota más diversa.
- Parásitos y cándidas: se cuelan por agua, comida o contacto. Pueden robarte nutrientes y dejarte agotada.
- pH del estómago desajustado: si es demasiado alcalino, digieres peor y abres la puerta a bacterias indeseadas.
- Tóxicos invisibles: metales pesados, pesticidas, aditivos, plásticos… todos inflaman y afectan a tu microbiota.
🌱 Cómo recuperar tu intestino
Buenas noticias: el intestino es muy agradecido. Dale lo que necesita y se regenera.
- Cuida lo que comes y reduce tóxicos
- Más verduras, frutas, legumbres, semillas.
- Incluye prebióticos (ajo, cebolla, espárragos) y probióticos (kéfir, chucrut, miso).
- Menos azúcares y harinas refinadas.
- Prioriza alimentos orgánicos y evita plásticos.
- Baja revoluciones y duerme bien
- Meditación, yoga, respiración profunda… lo que te ayude a relajarte.
- Dormir lo suficiente es clave para reparar el intestino.
- Haz un reset intestinal (Método DRI)
- Regula tu sistema nervioso: sin estrés, el intestino se cura mejor.
- Repara la mucosa gástrica: activa jugos gástricos, toma glutamina y trata el intestino permeable.
- Limpia parásitos y cándidas: con antifúngicos naturales como ajo, orégano o extracto de semilla de pomelo (mejor con supervisión).
- Repuebla tu microbiota: probióticos de calidad y alimentos fermentados para repoblar de buenas bacterias.
En resumen: si tu intestino está mal, todo tu cuerpo lo nota. Pero con una alimentación más natural, menos tóxicos y un buen manejo del estrés, puedes darle la vuelta. En Pies Alados aplicamos el Método DRI para trabajar la salud intestinal desde la raíz. Porque si cuidas tu intestino… ¡cuidas todo tu bienestar!